Un banco debe transmitir un mensaje esencial: seguridad. Proyecto Espacios lo consigue mediante el uso de formas puras, el poder de síntesis, la contención, que le permiten configurar para la sucursal de Caja Madrid en la calle Alcalá una imagen de transparencia, confianza y eficiencia que difícilmente pasará desapercibida para sus clientes habituales.
Es esta una apropiación arquitectónica de la obra del joven pintor Jorge López Pardo, un paisajista que se distingue por su absoluta originalidad y la profundidad conceptual de su mensaje. Son los suyos unos paisajes asépticos, monocromos, dramáticos, rotundos a pesar de su fragilidad.
En medio de un espacio de sombras donde predomina el negro, a lo sumo algunas gradaciones de gris, emergen fantasmagóricas edificaciones que atrapan al espectador por su sensación de misterio.
Su pintura, virtuosa y perfeccionista, domina el espacio y el claroscuro. Incorporar su obra y partir de su impronta, una aproximación protagonizada por el sentido del espacio y la luz constituye un reto creativo, un ejercicio de complementación de las escalas de trabajo donde cada una, el diseño, el arte, la arquitectura, hace su propio aporte para lograr un resultado final trascendente en términos utilitarios, estéticos y simbólicos.
La modificación de la planta original del banco busca la adecuada diferenciación de las áreas de trabajo con respecto a la zona de atención a clientes. La total transparencia del espacio diseñado permite la visualización inmediata de cada función sin perjudicar la privacidad de cada una de ellas.
Proyecto Espacios busca un símbolo y diseña un banco escultórico sobre el que gravitan todas las miradas del local. De gran riqueza plástica, el banco refleja a escala de objeto toda una filosofía de relaciones entre el poder y la fragilidad. La ubicación del mueble y su estudiada iluminación, ejercen un efecto dramático, teatral, que humaniza un proyecto declaradamente minimalista.